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miércoles, 22 de enero de 2014

QUIZAS TODAVIA HAYA FUTURO

Es posible que la desesperanza nos invada y nos deprima, evitándonos ver todo lo bello que nos rodea, fijarnos en cosas sencillas, oír los mil sonidos que el mundo nos hace llegar, pero es normal, porque estamos contaminados por los medios de comunicación, por las noticias que llegan cada día, noticias que nosotros interpretamos de otra manera, porque nuestra óptica está más pegada al suelo, más cerca de la realidad.

Que el mundo, nuestro mundo pequeño y el otro, están cambiando y nunca volverán a ser lo que eran no es un vaticinio de un pesimista, es la realidad pura y dura y para este pronóstico no se necesita ser doctor en economía, ni ciencias políticas, ni en ninguna materia, solo hace falta observar y ver como en los últimos años ha evolucionado la historia, el hombre, el mundo, su entorno.

Es curioso lo de los brotes verdes o la luz al final del túnel y digo curioso por no decir cómico o algo peor, pues en realidad no es que haya brotes verdes o luz al final del túnel, sino frondosas selvas y fulgurantes estrellas para unos pocos y yermos páramos y obscuridad absoluta para la gran mayoría, ya que el  1% acumula la mitad de la riqueza del mundo y no es diferente en España, donde los últimos datos de la Fundación FOESSA dice “La brecha que se ha abierto entre las personas empobrecidas y las personas con más posibilidades de acceso a bienes y servicios es alarmante. Los ingresos medios de las personas más ricas de España son siete veces superiores al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas. Y desde el comienzo de la crisis, esta diferencia se ha incrementado en un 30%.”

El mundo no volverá a ser igual al que conocimos en el pasado, pues en vez de avanzar hemos retrocedido y de seguir con las políticas actuales retrocederemos más y más hasta alcanzar las cotas más bajas que jamás hayamos conocido, y ,algo peor, sin futuro para las próximas generaciones, condenadas a la indigencia, indigencia física, indigencia intelectual, indigencia en derechos, indigencia en libertades, indigencia e indigencia en todos los ámbitos hasta convertirnos de nuevo en siervos de la gleba.

La propaganda gubernamental y la de sus voceros, ABC, La Razón, 13TV, Intereconomia  y otros, nos quieren transmitir la idea de un País totalmente normalizado, saneado en lo esencial que no en lo substancial, con leyes justas, regidores honestos, reparto equitativo de las cargas, políticos íntegros y bien preparados y similares despropósitos, que solo se lo creen ellos gracias a los “gin tonics low cost”, porque de otra manera sería imposible.

La patria, palabra que me da grima por las connotaciones pasadas, pasará en breve, según algunos iluminados, a ser el motor europeo gracias a su “chinicización”, pero con algunas ventajas, pocas, respecto al país de origen. Estos argumentos se basan, según mi entender, en factores económicos y la pérdida de derechos, que se materializan en la nueva ley laboral de la señora Bañez y la ley de seguridad ciudadana del señor Fernández Díaz, todo ello favorecido con la reforma del código penal del señor Gallardón. Este nuevo periodo de prosperidad, basado en salarios míseros, carencia de derechos de los trabajadores, sanciones severas, incluida la cárcel, para los huelguistas y manifestantes y pingues beneficios fiscales para empresas y especuladores.


Este es el futuro que nos espera con las clases políticas y sindicales europeas, convertidas en castas intocables, que solo legislan a favor de los poderosos, condenando a las clases medias y bajas a la indigencia, pero podemos tener un hálito de esperanza, que no depende nada más que de nosotros mismos, porque la historia está llena de hechos esperanzadores que hicieron al mundo más justo e igualitario.